Política de salud mental y prácticas de cuidado infantil
Hay al menos cuatro vínculos estrechos entre el mandato de Acción contra el Hambre, su política técnica y sus prácticas de salud mental y cuidado infantil:
-Acción contra el Hambre interviene sobre todo en situaciones de emergencia en las que vidas humanas y vínculos sociales y familiares se ven afectados y los individuos son vulnerados. Estas situaciones conducen a cambios tanto en las prácticas de cuidado infantil como en la capacidad del entorno para brindarlas.
-Tras un desastre natural, el porcentaje de personas que sufren de problemas mentales de moderados a graves aumenta de 12 % a 23-24 %, y entre 30 % y 50 % de la población sufre angustia psicológica, lo que también puede llevar a una descompensación.
-En los últimos 20 años, varios estudios han demostrado relaciones claras entre los factores relacionados con pobreza y la mala salud psicosocial. La evidencia indica una relación cíclica entre ambos.
-Prácticas de atención infantil y problemas mentales causadas por la malnutrición.
-Varios estudios (en su mayoría realizados en países en desarrollo en Asia y en situaciones que no eran de emergencia) han demostrado que los niños y niñas con madres con depresión enfrentan un mayor riesgo de malnutrición y retraso en el crecimiento. El riesgo de mortalidad infantilidad también aumenta.
Aproximadamente el 30 % de las mujeres en países en desarrollos sufre de depresión durante el embarazo o después del parto; estas tasas aumentan en situaciones de emergencia.
-El hambre conduce a cambios psicológicos y de comportamiento que perjudican a las personas (adultos, niños y niñas) en su habilidad de adaptarse en su vida cotidiana, lo que tiene un impacto negativo en sus relaciones sociales.
-La malnutrición tiene consecuencias a mediano y largo plazo en el desarrollo infantil (desarrollo retrasado, impactos en las funciones cognitivas, intelectuales, emocionales, sociales, etc.), que pueden ser atenuadas.

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