La acción del Consejo de Seguridad: un componente vital para romper los vínculos mortales entre el conflicto y el hambre
Después de años de que la tasa de hambre disminuyera en el mundo, recientemente ha vuelto a aumentar considerablemente. Los últimos datos mundiales sobre el hambre y la malnutrición indican que actualmente hay alrededor de 815 millones de personas desnutridas en todo el mundo, en comparación con los 777 millones del año pasado.i El conflicto es el motivo principal detrás de este retroceso. La mayoría de las personas con hambre o malnutrición vive en países afectados por el conflicto (489 millones de los 815 millones de personas). Casi 75 % de los 155 millones de niños y niñas menores de cinco años con retraso de crecimiento en el mundo viven en países afectados por el conflicto.ii Esto refleja tendencias más amplias en las que el costo del conflicto armado se carga desproporcionalmente sobre los civiles, el conflicto se urbaniza cada vez más, y la proliferación de actores armados no estatales y la violencia intraestatal hacen que para el derecho internacional sea cada vez más difícil la tarea de rendir cuentas. Frecuentemente, el hambre no es solamente una consecuencia de la naturaleza cambiante del conflicto, sino que cada vez más es el resultado de una táctica deliberada utilizada por las partes del conflicto para negar el acceso a alimentos y otras formas de ayuda para salvar vidas en conformidad con el derecho internacional: el objetivo es literalmente matar de hambre al enemigo hasta someterlo.
Sin embargo, la hambruna, el hambre y la malnutrición son evitables. Además del impacto devastador inmediato del conflicto y del hambre en las vidas humanas y en las comunidades, la ONU informa que la situación actual significa que “probablemente toda una generación crecerá y se enfrentará con que su capacidad productiva, potencial de ingresos y habilidades sociales han sido afectados y mermados, lo que tiene amplias implicaciones para muchas comunidades y países.”iii
El 22 de febrero de 2017, el Secretario General de la ONU anunció que había focos de hambruna en Sudán del Sur y un riesgo real de hambruna en Somalia, Yemen y el noreste de Nigeria. Si bien la hambruna pudo evitarse o contenido el año pasado, la inseguridad alimentaria sigue afectando a millones de personas debido al conflicto. A pesar de algunos éxitos, el número de personas que experimentan hambre severa como consecuencia directa del conflicto armado continúa aumentando en estos cuatro países y en otros lugares, incluyendo, entre otros, a la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Siria. En algunos de estos casos, los países están pasando su tercer, cuarto o incluso séptimo año de conflicto. Entre más tiempo duren estos conflictos, más difícil será que los sobrevivientes se recuperen y se reconstruyan, física, psicológica y económicamente.
En Yemen, la cantidad de personas que enfrentan inseguridad alimentaria extrema y riesgo de inanición ha aumentado en un 24 % a 8.4 millones desde abril de 2017.iv En varios países, incluyendo la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Siria,v la situación también está empeorando y focos de hambre se han desarrollado rápidamente. El número de personas que necesitan ayuda humanitaria y asistencia a largo plazo está aumentando a nivel mundial.
Este documento informativo hace una serie de recomendaciones a los miembros del Consejo de Seguridad antes de la discusión sobre Conflicto y Hambre del 23 de marzo subrayando las dimensiones de la inseguridad alimentaria relacionada con el conflicto referentes a la paz internacional y seguridad, así como también establece algunas formas para salvar vidas, y cómo se puede lograr desarrollo y estabilidad a largo plazo respondiendo a las necesidades de las personas de manera adecuada.

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